También llamada la ciudad perdida, Petra se ha ganado a pulso su puesto entre las maravillas del mundo. Su origen data de la época de los nabateos, en torno al siglo VII a.c., pero tras el abandono de la ciudad en la Edad Media, esta permaneció ajena al mundo hasta que a principios del siglo XIX, fue redescubierta por los occidentales. Su curiosa ubicación, a medio camino entre el golfo de Aqaba y el Mar Muerto, en un valle flanqueado por altas montañas al que se accede a través del desfiladero del Siq, contribuyeron a su fama de ciudad perdida.
La zona esconde, sin embargo, multitud de atractivos que no se limitan únicamente al llamado Tesoro de Petra. Si tu visita a Jordania pasa por reservar una jornada a las ruinas de Petra, el acceso al Tesoro te permitirá contemplar la espectacular garganta del Siq, 1200 metros de espectacular belleza en forma de desfiladeros. Visualizar lo que viene a continuación será suficiente para convencerte de que has acertado con la elección de tu viaje y es que, el Tesoro de Petra es uno de los mejores templos de la ciudad perdida. Pese a que la densidad de turistas suele ser importante, las impresionantes vistas compensarán cualquier agobio.
Tras sucumbir a la belleza del Tesoro de Petra disfrutarás de la calle de las fachadas, un enclave que aglutina multitud de tumbas que, entre otras cosas, te dará acceso (tras una ruta de senderismo) al llamado altar de los sacrificios. El teatro nabateo, la calle columnada, Qasr al-Bint o las tumbas reales completarán el elenco de ruinas de Petra que no puedes dejar de visitar en Jordania.
¿Tus planes van más allá de las ruinas y el Tesoro de Petra? Entonces seguro que tu viaje será espectacular si incluyes en la ruta otros enclaves como el desierto de Wadi Rum, la experiencia de flotar o darte un baño de barro en el Mar Muerto, conocer el enclave arqueológico de Betania a orillas del río Jordán o apostar por una jornada de buceo en el Mar Rojo.