Su situación la ha convertido en ciudad de paso de diferentes civilizaciones que la han dotado de una inestimable riqueza cultural. Su gran patrimonio artístico y cultural así como sus parajes naturales hacen de la ciudad más antigua de Francia un enclave de gran interés turístico.
Su desarrollo a lo largo de los años ha girado en torno a la vida del antiguo puerto “Le vieux Port”. Vigilando el puerto, y el mar, se encuentra la basílica de Notre Dame de la Garde, situada en la parte alta de la ciudad, desde donde se pueden contemplar unas vistas espectaculares. Henry Espérandieu, arquitecto de Notre Dame de la Garde estuvo también a cargo de la construcción de la catedral de la ciudad, Cathèdrale de la Major, desde 1872 hasta el año de su muerte, la influencia del arquitecto se puede observar a través de las similitudes que guardan ambos edificios.